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Dark Reed

Haciendome una idea.

Hoy tengo un pensamiento, sólo uno, pero en lugar de dárselos, hoy prefiero describir cómo llegué a él. Tranquilos, será la primera y última vez.


Salí rumbo al trabajo con un nuevo peinado. No sé cómo, pero se veía perfecto, aún habiéndolo logrado sólo con los dedos y fijador. Al llegar trabajé un poco, y a la hora de la comida salí a disfrutarla a la banca de un solitario parque cercano. Con un platillo basado en carne y harina, algo no muy usual en mi, y un jugo de naranja natural pero embotellado, me senté a reflexionar sobre la naturaleza. Había estado jugueteando con la idea de ser un mago natural (una fantasía común en mí), fantaseando en leer el libro que comenzé esta mañana sobre alguna rama que habría hecho crecer en algún árbol expresamente para servirme de hamaca. Habría poblado las calles con árboles, haciendo surgir del pavimento una jungla que resistiría a cualquiér automóvil que tratara de atropellarla. Haría crecer en cuestión de segundos un pequeño manzano, que daría frutos a voluntad mía, y la naturaleza se esforzaría en complacerme, ya que sólo le pediría lo necesario.

Entonces volví a la realidad, y me dije "Qué fácil es comulgar con la naturaleza cuando no tiene uno que preocuparse por las necesidades básicas". Y era cierto, porque mi trabajo me da para vivir de una manera frugal pero relajada. No tengo más de lo que necesito por ahora. Pero sería perfecto poder ayudar a la gente, poder hacer crecer el alimento para el hambriento cuando sea que lo necesite, enseñar al mundo a vivr de una forma más natural. Y lo principal para eso es el alimento. Pensé que se puede lograr sin usar magia, modificando los patrones de crecimiento de las plantas modificando su ADN: Pero eso requerirá de una cantidad enorme de nutrientes y energía, los cuáles la planta absorbería a velocidades acordes a su nuevo ritmo de creciminento, sorbiendo calor y nutrientes en una reacción endotérmica que nos proveería de vegetales y frutas... pero ¿Dónde está la carne?.

Voltee a ver mi comida, y a una mosca cercana. Luchaba por llevarse las migajas y ls gotas del azucarado jugo de naranja que yo dejaba caer. ¡Qué curioso! ¡La mosca y yo comíamos lo mismo!. Para la mosca, un trozo de excremento no era más que el equivalente al trozo de carne que yo comía, nutrientes disponibles. Un animal no pondrá nunca miramientos sobre de dónde viene la comida. La cazará, o la encontrará ya muerta, y se nutrirá. A su vez, será comido por otro, por una mosca, cucaracha, un microbio o un buitre, por un león, un ave, un perro. ¿Y nosotros?

Nosotros nos incineramos o enterramos para que otros animales no nos coman. ¿Por qué? Porque queremos creer que somos diferentes de los otros animales. Porque nuestra forma de pensar dice que es una falta de respeto que se nos olvide, que se nos deje tirados donde otros animales puedan devorar nuestra carne y nuestros huesos, porque después sólo quedará de nosotros un efímero recuerdo de lo que éramos, de nuestra personalidad, de nuestra fuerza. Por eso el canibalismo ritual existe: para que los nuestros nos lleven dentro de sí, para que no se pierda lo que éramos. Sin embargo, deberíamos ser comidos, deberíamos servir de sustento a otros animales. Murieron, y comimos. Murámos para que coman. No nos escondamos bajo la tierra, no nos incineren. Es un deber de todo ser vivo servir de alimento a otros.

Es un deber moral del hombre ser comido por los animales.

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